WASHINGTON.
Tras dos meses de tensión, el presidente estadunidense, Donald Trump, aseguró a su homólogo chino, Xi Jinping, que respetará el “principio de una sola China”, que prohíbe cualquier contacto diplomático de los países extranjeros con Taiwán.
“El presidente Trump acordó, a pedido del presidente Xi, respetar la política de ‘una sola China’”, indicó la Casa Blanca en un comunicado. Se trata de la primera conversación telefónica entre los dos jefes de estado desde la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca.
La isla de Taiwán está separada políticamente del resto de China desde el final de la guerra civil de 1949. El territorio tiene un gobierno propio pero no está reconocido por la ONU.
China rechaza relaciones diplomáticas con los países que tienen relaciones con Taiwán, aplicando el principio de “una sola China”.
En 1979 Estados Unidos cerró su embajada en Taiwán y reconoció el régimen comunista de China continental como la única autoridad legítima. Washington continúa sin embargo teniendo intercambios comerciales con Taiwán y vendiéndole armamento.
“Xi Jinping se congratula de la reafirmación por parte del señor Trump de la adhesión del gobierno estadunidense al principio de una sola China”, dijo ayer la televisión oficial CCTV.
En una entrevista publicada en enero por el periódico estadunidense Wall Street Journal, Trump aseguró sin embargo que estaba dispuesto a romper este principio afirmando que “todo está sobre la mesa, incluso una sola China”. El principio “no es negociable” respondió entonces Pekín.
“Antes de esta clarificación subsistía un riesgo real de que las dos partes fueran incapaces de hablar”, dijo
Ashley Townshend, un experto en relaciones chino-estadunidenses de la Universidad de Sídney.
“Pero no creo que haya que interpretarlo como un signo de reconciliación hacia China”, advirtió. “Muchos consejeros de Donald Trump y la administración estadunidense en general siguen desconfiando de Pekín y el Presidente estadunidense continuará cerrando los ojos con China, señaló.
Durante su campaña, Trump amenazó con imponer aranceles de 45% a las importaciones chinas, acusando al país de haber “robado” miles de empleos a Estados Unidos. Esta posición preocupa mucho a los dirigentes chinos.
Trump y Xi intercambiaron sin embargo “invitaciones para reunirse en sus países respectivos”, indicó la Casa Blanca, que calificó las discusiones de “extremadamente cordiales”.