jueves, marzo 28, 2024
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2020, un año con panorama incierto

La desaceleración de la economía mundial, aunada a la incertidumbre en los mercados financieros ha comprometido el comportamiento de las economías, sobre todo de las emergentes como es el caso de México, que aunado a un mal año para el consumo interno, las inversiones públicas y privadas, así como el comercio exterior, ha provocado un decrecimiento de nuestro país.


En lo que va del año, la economía mexicana no ha crecido y para el próximo año, el pronóstico es desalentador, sin embargo, el Banco de México prevé que la recuperación de la actividad productiva será gradual, a pesar de que recortó sus pronósticos de crecimiento para 2019 y 2020.

En este sentido, la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador podría acelerar los planes para una reforma fiscal a fin de generar más ingresos si los supuestos del presupuesto de 2020 resultan ser demasiado optimistas, por lo que ante estas condiciones, el gobierno federal está explorando diferentes escenarios para una reforma fiscal en lugar de aumentar la deuda o introducir recortes de gastos adicionales si los recursos se agotan el próximo año, por lo que los cambios tendrían que ser progresivos y justos.

Con el fin de afrontar este reto, para los organismos empresariales es prioritario recuperar las condiciones de confianza y certidumbre, para atraer nuevas inversiones, generar empleos y detonar el potencial de nuestra economía.

La primera es procurar la estabilidad macroeconómica, con finanzas públicas sanas, una política monetaria autónoma y un sistema financiero robusto. Con la ampliación de la base de contribuyentes, simplificando el sistema de las obligaciones fiscales.

En lo que corresponde al gasto, éste se debe realizar de manera eficiente, ya que durante 2019, el gobierno federal ha realizado un subejercicio mayor a los 150 mil millones de pesos, afectando el dinamismo de sectores económicos, como el de la construcción, por lo que para el 2020, además de destinar gasto gubernamental para abatir las carencias sociales en lo inmediato, se tiene que invertir con un enfoque de largo plazo, donde los proyectos de infraestructura ayudan a crear capacidad instada para incrementar la productividad y competitividad del país.

Así también, se requiere robustecer la actividad industrial, aprovechando las capacidades productivas de los estados, para que las empresas mexicanas se inserten en las cadenas productivas nacionales, regionales y globales además de impulsar la creación de nuevos emprendimientos y el desarrollo de proyectos de innovación.

Es necesario ampliar la presencia de México en el mundo, aprovechando la red comercial de 12 tratados que nos conectan con 46 países y un mercado superior a los mil millones de consumidores potenciales, más allá de Norteamérica, así como redoblar los esfuerzos en promoción turística internacional y atracción de nuevas inversiones y proyectos productivos.

Sin embargo, uno de los retos más importantes de los próximos años será preservar la democracia que dependerá de la fortaleza de las instituciones y de un estado de derecho que genere la esperanza de mejorar la condición de millones de mexicanos.

Solamente la conciencia social sobre la mafia hizo que Italia pudiera resolver y controlar gran parte de la corrosión mafiosa de la vida pública, donde la mayoría de los italianos y sus gobiernos se pertrecharon, para esto, en el estado de derecho y en sus instituciones, no es su disolución.

Todo es un conjunto, para el 2020 la economía mexicana no necesita nuevos problemas, sino más capitales productivos que la activen y la impulsen a transitar por un clima internacional adverso.

*Fuente: https://www.elsoldedurango.com.mx/

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Cortesía de Investing.com

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